Todo peregrino en su camino tiene una meta final...Santiago de Compostela. Esa ciudad que es capaz de cautivar, enamorar y no dejar indiferente a nadie.
No importa si llueve o hace frío, no importa si sale el sol, lo importante es poder contemplar la fachada de la Catedral con toda su historia, en todo su esplendor y dejarte llevar hasta caer rendida a sus pies....
Mil besos.
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